Un año después de la aparición de la COVID-19 se han empezado a poner al alcance de la población millones de vacunas. Las instituciones científicas las apoyan, una solución que pretende disminuir el número de ingresos en hospitales y UCIs y la mortalidad en colectivos más vulnerables, disminuir la transmisión del virus y recuperar poco a poco la anterior normalidad.
¿Conoces cuáles son las ventajas y desventajas que conlleva la vacuna?
Por un lado, si bien se está distribuyendo la primera vacuna, una segunda que sea más fácil de distribuir ya está en marcha, sobre todo para paliar la COVID-19 en los países menos desarrollados que no disponen de las infraestructuras necesarias para transportar y almacenar las que existen actualmente.
De momento, las vacunas aprobadas por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) son la desarrollada por Pfizer: BNT162b2 (Pfizer-BioNTech), y la de los laboratorios Moderna: mRNA-1273, aprobadas también por la Administración Americana de Fármacos y Alimentos. Ambas vacunas se han desarrollado a partir del ARN, una molécula que producen nuestras células que contiene la información necesaria para producir las proteínas que conforman cada célula. Las vacunas ayudan al ARN a producir la proteína S, para que nuestro sistema inmune reconozca S como un ser extraño y genere anticuerpos. Este mecanismo es similar a la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina.
SEGURIDAD
Cientos de personas se han vacunado antes de la aprobación de la vacuna. Las primeras vacunaciones para asegurar la seguridad comenzaron en marzo y se han observado efectos como: fiebre, dolor de cabeza, malestar, fatiga ... síntomas comunes en otras vacunas y que tienen que ver con la variabilidad biológica de cada persona.
EFICACIA
Tanto la vacuna de Moderna como la Pfizer-BioNTech han demostrado entre un 94% y un 95% de eficacia. Así pues, se asume que vacunando entre un 60 y un 70% de la población a escala mundial, se lograría un nivel de inmunidad suficiente para paliar la pandemia.
PREVENCIÓN
Las dos vacunas no permiten saber si evitan la infección de SARS-CoV-2, pero sí demuestran que reducen la probabilidad de desarrollar formas moderadas o graves de COVID-19. Así pues, una persona vacunada puede ser portadora del virus, pero no sufriría la enfermedad. Aunque la vacunación sea un hecho, es importante continuar con las medidas de distanciamiento, reducción de aforo y uso de mascarillas.
El desarrollo científico y tecnológico actual y la situación de pandemia mundial han hecho que el desarrollo de la vacuna fuera una prioridad y se aceleran los ensayos clínicos y su producción. Sin embargo, el miedo y el exceso de información falsa o no contrastada hacen que la vacunación contra la COVID-19 provoque dudas y desconfianza entre la población. Es importante destacar que todas las vacunas existentes, desde las más antiguas a las más recientes, han seguido los mismos pasos que la vacuna contra la COVID-19 y en todos los casos se han estudiado los efectos adversos y se ha garantizado la seguridad y eficacia.
Otras vacunas que no utilicen la proteína S, sino el virus completo, podrían facilitar el almacenamiento, transporte y distribución mundialmente. Actualmente, ya se están desarrollando, pero habrá que esperar a que la seguridad de estas sea la óptima.
¿Te quedan dudas? Infórmate bien, contrasta la información que te llega y #NoLoTiresPorLaBorda. ¡Para frenar el virus es importante la colaboración de tod@s!